
Mario salió de El Salvador expulsado por la violencia de las pandillas y la escasez de oportunidades. Ha tenido que regresar debido a que el país que lo había recibido considera que las condiciones de inseguridad que provocaron su salida han dejado de existir. Retornó voluntariamente para ahorrarle a su familia el trauma de una deportación convencional. Comprueba a su vuelta que se han intensificado las dificultades económicas y el silencio gubernamental lo decepciona, en un El Salvador donde las oportunidades para la población retornada son menores ahora ante el cierre de instituciones de cooperación internacional como la USAID.