
Saladino no fue el típico sultán con sed de oro 💰. Fue el kurdo que conquistó Jerusalén 🕌 sin bañarla en sangre, que dio agua al rey enemigo pero ejecutó a Reinaldo de Châtillon 🗡️, que mandaba fruta 🍇 y ❄️ hielo a Ricardo Corazón de León en plena Tercera Cruzada ⚔️. Sobrevivió a los Hashshashín (sí, los del Assassin’s Creed 🎮) y al morir, dejó tan poco dinero que ni alcanzaba para su entierro. Hoy descansa en Damasco en un ataúd de madera humilde… y otro de mármol blanco, regalo de un káiser alemán 👑.
Un hombre que se movió entre la ferocidad y la caballerosidad, y que terminó siendo respetado tanto en Oriente como en Occidente. ¿El resultado? Un legado que todavía divide entre quienes lo ven como enemigo… y quienes lo ven como maestro de honor. 🔥