
Vestirnos como el Señor significa reflejar Su carácter en nuestra vida diaria. Así como la ropa cubre y representa quiénes somos, vestirnos como Él implica revestirnos de amor, humildad, compasión, justicia y santidad. No se trata solo de apariencia externa, sino de permitir que Cristo sea visible en nuestras acciones, palabras y actitudes. Es una invitación a vivir como Él vivió, siendo luz en medio de la oscuridad.