
Los tesoros en el cielo son las recompensas eternas que Dios promete a quienes viven conforme a su voluntad. No se refieren a riquezas materiales, sino a aquello que tiene valor eterno: nuestra fe, obediencia, buenas obras, amor a los demás y una vida dedicada a Cristo. A diferencia de los tesoros terrenales, que se desgastan y se pierden, los tesoros en el cielo permanecen para siempre y reflejan la relación que tenemos con Dios.