
Abrazar la gracia de Dios que nos ofrece nuevos comienzos. La Palabra dice que sus misericordias son nuevas cada mañana, recordándonos que en Cristo siempre hay una oportunidad para levantarnos, dejar atrás el pecado y caminar en obediencia. Es confiar en que Dios renueva nuestro corazón y nos guía hacia una vida transformada en Él.