Esta es una historia que transforma.
Aleja corre por su hermano Jaime Mario. Corre con el corazón en las piernas y con una fuerza que nace del amor más profundo. Porque Jorge Mario, con su forma única de estar en el mundo, vino a enseñarle —y a enseñarnos— que la vida no se trata de cumplir expectativas, sino de mirar con el alma.
Él siempre está sonriendo. Y esa alegría, esa presencia luminosa, derriba cualquier idea que tengamos sobre lo que significa vivir con una discapacidad.
Este episodio también habla de lo que como sociedad aún no sabemos ver: los juicios que cargamos, la falta de espacios reales de inclusión, y cómo muchas veces, sin darnos cuenta, limitamos más con nuestras ideas que con cualquier condición física o mental.
Aleja, con su voz, con su historia, nos recuerda que todos merecemos ser vistos, incluidos, valorados.
Una conversación que toca el corazón y nos invita a mirar distinto.
A abrir los ojos… y el alma.