
las hojas de otoño son una sinfonía silenciosa, una danza de la vida que se prepara para renacer. Su transformación, del vibrante verde a los ocres y rojos que cubren el suelo1, es un recordatorio constante de la impermanencia y la belleza inherente a los ciclos naturales. Es la forma en que la naturaleza se desprende, no para morir, sino para alimentar su propia continuidad