
Mateo 27:61-66, Marcos 15:47; Lucas 23:55-56.
Los principales sacerdotes y los fariseos se dirigieron a Pilato para solicitar una guardia ante la tumba y que se sellase la piedra que se encontraba en la entrada, para evitar un supuesto fraude. ¡Se acordaron de las palabras de Jesús que iba a resucitar al tercer día, y no querían que los discípulos robaren el cuerpo y declararen que estaba vivo (Lc.27:63)! Es interesante que los enemigos de Jesús se acordaron más de sus palabras que sus mismos discípulos, ¡quienes no entendieron que iba a morir y resucitar al tercer día!
Los enemigos de Jesús sellaron la tumba y pusieron a los guardias, pero no se daban cuenta de que no habría sepulcro alguno que pudiera retener a Cristo! Lo que hicieron fue una prueba más de que realmente resucitó de los muertos, porque nadie hubiera podido robar su cuerpo de allí.