Eugenia necesita pasar la pagina de su vida y contar su último año de aventuras y viajes internos, externos, dimensionales. O contárselo a ella misma para pasar a otro tema.
Más muerte del ego, más humildad, más realidad, más aprendizajes y más incertidumbre... Pero también más magia, más presencia, más SER, más ESTAR.
Buscar casa se volvió una odisea de más de un año, donde el universo quitó todo lo que no era y dejo aquello que sí. Donde la despojó de todas las certezas para enfocarse en lo que realmente importa y en un viaje al borde de un abismo, una especie de cegera de futuro donde solo queda habitarse, habitar el presente, habitar el corazón.
Desde su avatar humano cuenta episodios de calle, de enfermedad, de duelo y de incomodidad, entendiendo que la existencia humana es a veces cruda, fea, dolorosa y polvorienta.
Y aun así, al seguir explorando la sombra y la oscuridad, se abren más espacios de luz y de amor. Y es que la libertad que podemos experimentar es proporcional también a todo eso que podemos soltar.
Aprender es realmente desaprender. El universo pide paciencia y humildad. Un poco de confianza en la vida, valentía y volver a empezar tantas veces sea necesario.
La casa está en el corazón.