
Cuando entendemos que por naturaleza somos duales: espíritu y cuerpo, comprendemos que tenemos un gran poder para crear nuestra vida, pero para eso se requiere responsabilidad de aceptar que también hemos creado dolor, de esa forma podremos transformar nuestra obscuridad en luz. Conectar con la parte espiritual es lo que nos dará la plenitud que se verá reflejada afuera en la parte física.