Existe un pecado oculto que muchos pasamos desapercibido. Este pecado tiene consecuencias no solo en esta vida terrenal; sino que trasciende a la eternidad.
Lo encontramos desde génesis, y por todo el antiguo testamento y en el nuevo testamento también. No discrimina entre ricos y pobres, reyes y conocedores de la ley, hasta los amigos y aún los hermanos de Jesús.
Y así como lo vemos a través de la biblia, también está presente en nuestros días, en personas religiosas y no religiosas, y desafortunadamente, también en muchos cristianos.
Hablamos de la incredulidad, este pecado nos lleva a endurecer nuestro corazón y muchas veces sin darnos cuenta nos engañamos a nosotros mismos, con consecuencias hacia la eternidad.