
Tu ira es el trofeo que le entregas al ofensor. El verdadero poder no está en reaccionar, sino en la calma absoluta.
En esta lección de sabiduría estoica, aprende a usar el silencio como un espejo. Descubre cómo, al no encontrar reacción, aquel que te ataca pierde todo el control y se consume en su propio veneno.