
El estoicismo y la inteligencia emocional comparten un enfoque en el manejo de las emociones y la búsqueda de una vida equilibrada. El estoicismo, una filosofía antigua, nos enseña a aceptar lo que no podemos controlar y a centrarnos en lo que sí podemos: nuestras respuestas y acciones. La inteligencia emocional, por su parte, nos ayuda a reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás. Ambas perspectivas nos invitan a cultivar la resiliencia, la autoconciencia y la capacidad de tomar decisiones racionales, incluso en situaciones desafiantes.