
En barrio Moravia, una mujer decidió ser el escudo de quienes más lo necesitaban. La misión de Mamá Chila fue proteger a los niños que no podían ser cuidados y su mayor herramienta no fue otra que el amor.
Décadas después, su legado sigue vivo, demostrando que, cuando el amor guía, ningún niño debería sentirse solo.