
Después del cruzar el mar rojo, el pueblo de Israel se vería envuelto en nuevas dificultades en su travesía. La falta de pan y agua los llevaría a murmuran contras su líderes y contra Dios. Pero a pesar de su falta de fe, Dios tuvo paciencia y amor por su pueblo proveyéndoles lo necesario y mucho más.