
El hígado es el órgano lesionado con mayor frecuencia en los traumatismos abdominales penetrantes y el segundo lugar después del bazo en traumatismo abdominal cerrado. El trauma hepático puede abarcar desde laceraciones menores o hematomas capsulares con mínima morbilidad y mortalidad, hasta avulsiones hepáticas con alta mortalidad. La mayoría de las lesiones hepáticas son menores y se pueden clasificar con la escala de lesiones hepáticas de la Asociación Estadounidense para la Cirugía de Trauma. Los procedimientos radiológicos y endoscópicos pueden ser un complemento útil en estos pacientes. Un traumatismo hepático más grave puede requerir esfuerzos masivos de reanimación, intervenciones quirúrgicas y laparotomía de control de daños.