
Si algo caracterizó a David fue su manera de adorar a Dios. Sus salmos son un testimonio vivo de una relación apasionada, íntima y sincera con el Padre. Cada palabra que escribió, cada melodía que entonó, brotaba de un corazón profundamente enamorado de Dios.
Hoy miraremos a ese corazón que adora.