
Semana 2
Un corazón conforme al de Dios
Entre los muchos personajes de la Biblia, pocos revelan con tanta claridad la complejidad y la belleza del alma humana como David.
Pastor, músico, guerrero, rey, pecador y adorador…
Su vida fue un reflejo de lo que significa vivir en constante relación con Dios: caer, levantarse, cantar, llorar y seguir amando al Creador con todo el corazón.
David fue escogido no por su fuerza ni por su apariencia, sino por algo que solo Dios podía ver:un corazón sensible, valiente y dispuesto.
Un corazón que no temía mostrarse débil ante la presencia divina,
que adoraba con libertad, que pedía perdón con sinceridad,
y que encontraba en la gratitud su forma más alta de adoración.
En esta semana meditaremos en ese corazón,
un corazón que ama, que obedece, que se arrepiente, que sirve y que agradece.
Descubriremos que la grandeza de David no estaba en su corona,
sino en su comunión con Dios;
en su capacidad de reconocer Su voz y volver a Él una y otra vez.
El corazón de David nos enseña que Dios no busca perfección,
sino disposición.
Que Su mirada no se posa sobre las obras externas,
sino sobre los sentimientos sinceros de quien desea agradarle.
Y que aun cuando fallamos, la gracia de Dios es más grande que nuestro error.