
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmo 51:10)
Quien conoce la vida de David conoce también sus pecados. De sus manos salieron errores graves, decisiones marcadas por la codicia, la envidia y el deseo. Como rey, cometió actos que pudieron haberlo endurecido, pero David siempre eligió el camino del arrepentimiento.
Hoy conoceremos a ese corazón arrepentido.
Señor, crea en mí un corazón limpio. Enséñame a no esconder mis faltas, sino a entregártelas con sinceridad. Renueva mi espíritu, restaura mis pasos, y haz que mi adoración surja también desde mi quebrantamiento. Que como David, pueda levantarme sabiendo que tu gracia es más fuerte que mi error.