
En 20 minutos intento transferir las sensaciones posteriores a mi primera partida de El Pantano de Feya.
Lo que estás a punto de escuchar es una verborrea ininteligible de mecánicas y calificativos que te desafío a entender, pero si lo logras podrás hacerte con la idea correcta de esta joyita elegante, profunda y completa que está destinado a ser de esos juegos de esquinas rotas, esos juegos que van siempre en la mochila sacándose en cada mesa donde voy, eso juegos con más carrete que uno mismo y que pasan más en la mochila que en la repisa. Porque es un euro disfrazado de duro que puedes jugar con todo el mundo y disfrutar a concho cada vez. Hermoso y simpático, sencillo y táctico. Bueno, bonito y barato.
Métale oreja y bendito sea si logró entenderme algo después del mar de emociones que me pegó este Pantano de Feya.
No lo dije en el capítulo, pero Simón me enseñó el juego y me sacó la chucha sin piedad.