Desde niño, Mario creció con un sueño que lo acompañó durante años: conocer a su papá. En su infancia, la figura paterna fue representada por sus tíos, mientras su abuelita se encargaba de criarlo con amor y fe.Nunca tuvo la oportunidad de ver a su padre biológico, pero en medio de esa ausencia encontró refugio en las promesas de Dios. Con el tiempo, comprendió que Dios ya lo había perdonado, y eso lo llevó también a perdonar a aquel hombre que, en lugar de protegerlo y amarlo, le causó tanto dolor.Hoy, desde Canadá, Mario comparte su testimonio de sanidad y perdón. Una historia real que nos recuerda que Dios puede llenar cualquier vacío y transformar el dolor en esperanza.