En este episodio, Saúl y Alejandro abren la puerta a un escenario donde el silencio no es vacío, sino un lenguaje oculto. Las tácticas silenciadoras en la familia emergen como sombras que se heredan, como ecos que viajan entre paredes y generaciones. Aquí, lo que no se dice arde en el aire, y lo que se calla se convierte en herencia. Entre metáforas y susurros, recorreremos un teatro donde los silencios son cadenas y, a la vez, espejos que reflejan aquello que más duele mirar. Pero también descubriremos que cada voz alzada, cada palabra pronunciada, es un acto de liberación. Porque romper el silencio no solo revela la herida… también abre la posibilidad de sanar.

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Gioia me voy

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