
A veces, sin darnos cuenta, nos ponemos la mochila de todos…
La culpa, el pendiente, la prisa, el “tengo que”.
Y caminamos con el alma cansada, no por lo que somos, sino por todo lo que nos imponemos.
Hoy es momento de soltar.
De reconocer que no tienes que resolverlo todo, ni estar bien todo el tiempo.
Que pedir ayuda no te hace débil. Que descansar no es fallar.
Tu paz vale más que tu productividad.
Respira.
Repite contigo: “Hoy, lo que no me pertenece… lo suelto.”
Tu energía es sagrada. Protégela.