
🜂 La Deidad del Silencio Carmesí
Entre los muros antiguos donde la luz apenas osa entrar, se alza el Silente Envuelto, una deidad del caos anterior al tiempo.
Su nombre verdadero se perdió entre los ecos de civilizaciones extinguidas, pero los monjes de piedra lo llaman “Aquel que observa desde el pliegue del manto”.
Se dice que su manto rojo no es tela, sino el flujo mismo de la realidad desangrándose ante su presencia.
Sus brazos, extendidos en un gesto de absolución o condena, son las columnas que separan la cordura del abismo.
Y quienes se postran ante él no adoran… se resignan.
Los antiguos lo temían porque no hablaba:
cuando el Silente se mueve, el universo escucha;
cuando extiende su manto, las estrellas se apagan;
cuando se inclina, los dioses recuerdan su lugar.
Es la voz no pronunciada del castigo eterno,
la justicia sin palabra, el eco del equilibrio cósmico.
El Silente Envuelto no exige fe… exige memoria.