
Se hace llamar Alvise Pérez y lleva un tiempo haciéndose notar en redes sociales como un justiciero dispuesto a denunciar cualquier corruptela política, empresarial o mediática. Se ha convertido en un castigador que llama a chorizo, chorizo, al sinvergüenza, sinvergüenza, al corrupto, corrupto. Llama a las cosas por su nombre sin eufemismos ni rodeos, al pan, pan y al vino, vino. Cuenta con una red de informantes a los que el denomina cariñosamente “ardillas” y que le filtran información a menudo confidencial.
Este joven concurre con una agrupación de electores llamada “Se acabó la fiesta” y a pesar de ser silenciado y ninguneado por los medios de comunicación masivos ya ha aparecido en la demoscopia y apunta a, al menos, un escaño en el parlamento europeo. A pesar de su aparición disruptiva ningún medio periodístico al uso, grandes cadenas de radio, televisiones o periódicos ha querido reparar en él. Desdeñan a Alvise tal y como Patxi López pretende ningunear a determinados periodistas en el Congreso negándose a responder a sus preguntas, una actitud que refleja la nula catadura moral y escasa ética del portavoz socialista.
Se le puede seguir por redes sociales, las habituales. Muy ufano, Alvise se muestra optimista ante el reto electoral y habla abiertamente de sus propósitos. Por un lado, conseguir su aforamiento para no tener que afrontar las numerosas querellas y denuncias que presentan contra él con cierta regularidad y que económicamente tienen un coste no menor, y por otro continuar siendo el azote de un sistema político estructuralmente corrupto con el ánimo de demolerlo y hacer uno nuevo