
El patio de recreo está revuelto. Las calles están siendo tomadas por muchos ciudadanos a los que solo les queda la protesta de pancarta, el grito de consignas y proclamas, ciudadanos que se agotarán posiblemente antes de que se quiebre la voluntad de esos que hoy ostentan el poder y que se erigen como defensores del Estado y de la Ley. El disgusto ciudadano puede que sea, efectivamente, todo un clamor que no se debiera desoír. Pero me temo, siento ser pesimista, que la protesta no alcanzará a bloquear la deriva en la que se encuentra nuestro trágico país y que se inició hace más de 40 años. Mirar a Europa es la esperanza que albergan algunos. Tal vez el foco internacional sirva para contener la indignidad que estamos presenciando, pero no parece que sea fácil. Así que, prepárese para asistir al regreso del fugado con fanfarrias, homenajes y vivas. Ese será todo un espectáculo de circo que es en lo que se está convirtiendo España.