
No se trata tanto de un proceso, una actividad, un modelo de gestión institucional. No. Porque antes de todo esto, se trata de compartir un espíritu de colaboración, un carisma comunitario que habita en disposiciones vitales y muy concretas para escuchar, trabajar juntos y caminar. La sinodalidad es esto último. No es un modelo. Es una dimensión constitutiva de la Iglesia porque, al fin y al cabo, «sínodo» significa «caminar juntos» y se supone que si estamos en Iglesia es porque, efectivamente, de forma palpable, «caminamos juntos».
Más información AQUÍ.