
En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular malefica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna. Términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el italiano strega, el alemán Hexe y el francés sorcière. Esta última palabra, femenino de sorcier, deriva del latín vulgar sortiarius (que literalmente significa « hablador de suertes o parlachín de suertes») y del latín clásico sors, sortis (que primero señalaba un procedimiento de clarividencia, y luego significaba destino o suerte).