Daniel, un campesino que se ganaba la vida vendiendo dulces en los autobuses, jamás imaginó que un encuentro en el camino marcaría el inicio de la pesadilla más oscura para su familia.

Lo que parecía un día común terminó en enfermedades extrañas, olores imposibles de soportar y visiones que arrastraron a sus hijos hacia lo desconocido.

Y aunque intentó buscar ayuda, pronto entendió que lo que había entrado a su casa no se iba a marchar fácilmente.

Ramiro, el hijo mayor, aseguraba ver a un hombre de rostro deforme sentado en el fondo de los autobuses, riéndose de él. Y su hermana Yolanda empezó a decir lo mismo: que ese ser se metía con sus juguetes y la llamaba para jugar con ella en la oscuridad.

¡Esta comunidad es de ustedes!

De nuevo, gracias.

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