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Este es el episodio número 20, que marca el fin de la segunda temporada. Una segunda temporada que en lo personal estuvo marcada por un tiempo de mucha sequedad espiritual, muchas luchas internas e intentos fallidos por mantener una vida de oración constante.
Si algo aprendí de este período es que, no debemos rendirnos a pesar de nuestras caídas. Y que, especialmente en estas circunstancias, la oración se vuelve más necesaria que nunca. De ahí el título de este episodio: Motivación en la oración.
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Creer enteramente en Jesucristo no es tarea fácil. Es muy probable que muchas de las cosas que proclama, aún hoy nos escandalicen.
Al final de su ministerio, hizo patente el sacrificio que estaba por hacer. Él, el cordero sin mancha, se entregaba como sacrificio para la salvación del mundo. Para la redención mía y tuya. Un sacrificio ya estaba prefigurado en el libro del Éxodo con la pascua tras la salida del pueblo de Israel de Egipto. Un sacrificio que implica comer y beber de su sangre, al igual que se comía y bebía del cordero inmolado. Son el pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo que se hacen presentes en la eucaristía.
No dejemos de creer, aunque no lo entendamos. Aunque tengamos miedo. Pedro, con toda humildad reconoce: ¿a quién vamos a ir si solo tu tienes palabras de vida eterna? (Juan 6:68)
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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La belleza del mundo muchas veces nubla nuestra memoria. Tener la vista puesta en lo material a menudo hace que olvidemos de dónde venimos y gracias a quién estamos donde estamos. Por supuesto, me refiero a Dios. Vivir con un espíritu de gratitud es una manera de tener presente la obra de Dios en nuestras vidas. Esta es la hoja de ruta que nos marca Jesús para relacionarnos con el Padre y nos lo enseña con la parábola de los diez leprosos. De los diez solo uno regresa a dar gracias, y sin embargo, agradecidos o no, el favor de Dios se derrama sobre todos de forma gratuita.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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Este es un mensaje para tí: No te rindas.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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Todos los que buscamos a Dios lo hacemos porque en el fondo buscamos ser amados por él. Recurrentemente escuchamos que Dios es amor, pero nos cuesta aceparlo porque nos cuesta creer en un amor desinteresado. ¿Qué tal si nos dejásemos querer? ¿Cómo cambiaría nuestra vida si nos dejásemos amar con todo el amor que Jesús tiene preparado para nosotros? El Salmo 103 nos ayuda a descubrir hasta dónde llega el amor de Dios. Seguro que más allá del horizonte.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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¿Cuántas veces nos hemos encontrado haciendo lo que no queremos? ¿Cayendo en el mismo pecado recurrentemente? San Pablo lo vivía también y lo cuenta en su carta a los romanos: «Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco.» (Romanos 7:15). Más adelante, el mismo Pablo comparte con nosotros la clave que Dios le da para mantenerse a firme en su propósito: «Te basta mi gracia; mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad». (2 Corintios 12:9). Es toda una contradicción, pero una forma en la que el Señor nos pide confiar en él.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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Cambiamos nuestra manera de ser según las circunstancias y personas con las que nos encontramos; y eso es normal. ¿Pero qué pasa cuando ese cambio oculta algo más profundo en nosotros? ¿Qué pasa cuando esas apariencias se convierten en máscaras que ocultan miedos e inseguridades? No dudemos en abrir los rincones más profundos de nuestro corazón a Jesús. Es eso justamente lo que busca, librarnos de nuestros yugos humanos y carnales para darnos su descanso.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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En muchas ocasiones, nuestra oración se ve truncada cuando nos invade el sentimiento de indignidad. En muchos casos, no nos sentimos merecedores del amor de Dios por las acciones de nuestro pasado. Pese a recibir su perdón, vivimos anclados a esos recuerdos que no son más que fantasmas del pasado.
Por eso debemos recordar que la misericordia de Dios es más grande que nuestros esquemas. Que Dios no nos trata según nuestros errores, ni nos paga según nuestras culpas (Salmo 103: 8-10).
Que esta oración sirva como recordatorio de que debemos vivir viendo al futuro, con la firme convicción de que Dios puede cambiar nuestra historia para bien de nosotros y de los que nos rodean.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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Dios conoce todas nuestras necesidades y jamás se olvida de ellas. Pero su manera de solventarlas no tiene nada que ver con nuestro modo de entender el mundo. Desde nuestra perspectiva, una petición urgente debería solucionarse a la brevedad, especialmente si es algo que nos causa angustia. Pero muchas veces Dios calla y en el silencio nos prepara para el don que nos entrega. Esta es la parte más difícil: entender los tiempos de Dios no es tarea fácil. Como en el Salmo 102, manifestamos nuestro enfado y nuestra desesperación ante Dios, pero la oración nos refresca la memoria y nos hace recordar que el Señor actúa y que su poder se manifiesta en nuestras vidas.
Que esta oración, sirva de inspiración para encontrar la paz que necesitamos en el silencio de Dios y que permitamos a nuestro corazón despojarnos de nuestro ego y ver la providencia de Dios en todo lo que nos rodea.
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Bibliografía:
Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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Jesús nos manda a vivir en la verdad porque conoce nuestra naturaleza. Sabe que somos propensos a vivir de las apariencias y que nos cuesta admitir que hay partes de nosotros que necesitan un cambio radical. Por eso habla de la libertad, una libertad que pasa por romper las cadenas de nuestro pecado. Vivimos aferrados a lo material, a la carne y a las ideas del mundo. Dios nos quiere libres, por eso nos ha enviado a su Hijo para que por medio de Él podamos experimentar la libertad de la que nos habla.
"Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad: y la verdad os hará libres (…) En verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo (…) Si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
(Juan 8:31-36)
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Créditos:
La música de este podcast es autoría de Podington Bear.
Bibliografía:
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He sido cristiano por muchos años, pero nunca he sido consistente en mi oración personal. Supongo que este también es el caso de muchos cristianos. Lo que quiero decir es que esa falta de perseverancia me impide alcanzar la plenitud en mi relación con Dios. Hay muchas áreas de mi vida que no he podido abrir completamente a Él y, por consiguiente, no le he permitido sanarlas. Creo que este es el tipo de cosas que solo se curan con mucha oración. A veces no sé por dónde empezar. En otras ocasiones, mi propio pecado me hace escapar de la oración porque siento que “no tengo la cara” para ver a Dios después de mis faltas. Y la mayoría de las veces encuentro más atractivo ver un maratón de mis series favoritas que dedicar unos cuantos minutos a entablar una conversación con Dios.
He tratado de entender por qué es tan difícil orar y por qué requiere “tanto esfuerzo”. En este podcast, comparto algunas de las conclusiones a las que he llegado.
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Bibliografía:
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Gracias a todos los artistas que generosamente ponen a disposición del mundo su música:
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Hacer la voluntad de Dios no es tarea fácil, especialmente cuando nuestra humanidad se interpone en su camino. Es habitual que veamos a Dios como una entidad que existe para hacer realidad todos nuestros deseos, pero nada más lejos de la realidad. Ciertamente Dios quiere nuestra felicidad y sabe lo que nos conviene, pero nos pide un acto de fe y de paciencia para entender el plan maestro de lo que tiene preparado para nosotros. Ese plan, implica muchas veces hacer las cosas a su manera. Con oración y paciencia veremos materializarse las palabras de Salomón en los Proverbios: "El hombre tiene proyectos, Yahvé la última palabra. El hombre proyecta sus caminos, pero Yahvé asegura sus pasos". (Proverbios 16:1,9).
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La música de este podcast es autoría de Podington Bear.
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Aunque parezca lo más sencillo del mudo, orar es realmente difícil. Es difícil porque muchas veces no sabemos qué decir. Pero es más difícil cuando sabemos lo que necesitamos, pero no logramos expresarlo por el ruido que hay en nuestra mente. Estas distracciones nos impiden ver los temores y heridas de nuestro ser. Nos dificultan poner a la luz del Señor las áreas de nuestra vida que necesitan ser sanadas. Ante este impase, lo que nos queda es perseverar y orar a la manera de Cristo: con el Padre Nuestro (Mateo 6:9-13). Una oración sencilla, pero efectiva que sintetiza la esencia de cómo debería ser nuestra relación con Dios, con nosotros mismos y con los demás.
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Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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No es fácil vivir en gratitud. La mayoría de las veces, centramos nuestra atención en lo que no tenemos. Estamos llenos de insatisfacción porque anhelamos una vida que no se ajusta a nuestra realidad ni a nuestras posibilidades. En el proceso, pasamos por alto todo lo que tenemos. Para algunos puede ser poco, para otros puede ser mucho. Sin embargo, ser conscientes de lo afortunados que somos por tenerlo es una visión que solamente nuestra oración personal con Dios nos puede dar.
Jesús, conociendo nuestra naturaleza nos decía: ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida! (Mateo 7:14). Queremos todo fácil y sin sufrimiento, pero cuando aprendemos a pasar por la puerta estrecha, es cuando encontramos la verdadera alegría de vivir.
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Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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El miedo es una sensación natural que nos ayuda a mantenernos a salvo ante situaciones de peligro, pero ¿qué pasa cuando el miedo es persistente y las amenazas solo existen en nuestra mente?
Cuando el miedo nos domina, la paz desaparece y nos da la impresión de que nada es suficiente para hacerlo desaparecer. Dios conoce nuestro corazón, por eso nos llama a no temer, a vivir confiados en él y en su providencia.
En Mateo 10:30-31 nos habla del valor que tenemos ante sus ojos y de cómo tiene control de toda nuestra vida. Ante la tribulación dejemos que Él se haga cargo de nuestros temores. Oremos insistentemente para que nos ayude a vivir en libertad y convierta nuestros miedos en esperanza.
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Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée De Brouwer.
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El Salmo 13, nos presenta al salmista haciendo un "reclamo" a Dios. Nos presenta a alguien frustrado y probablemente aterrado porque mira que su "desgracia" no cesa. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido de esa manera? ¿Cuántas veces nos hemos sentido en una noche oscura e interminable? ¿Cuántas veces las situaciones complejas por las que pasamos nos dan la impresión de sentirnos abandonados por Dios? Es difícil mantener la fe cuando Dios está en silencio. Sin embargo, a medida que avanzamos en la lectura del texto, vemos cómo la angustia se convierte en esperanza y en un compromiso de confiar en Él aunque las circunstancias den la impresión de que nos abandona. No te angusties, porque Dios no abandona ni falta a sus promesas. Ten la seguridad de que responderá a su tiempo y según nuestra conveniencia. Resiste porque llegará el día en que el llanto se convertirá en gozo.
La música de este podcast es autoría de Podington Bear.
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¿Cómo experimentamos el hecho de que Jesús nos ha redimido de nuestros pecados? La respuesta es sencilla: sintiéndonos profundamente amados por él a pesar de nuestra humanidad. Dios conoce nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro y a pesar de ello opta por amarnos. Su amor se manifiesta de manera cotidiana. Y en esa cotidianeidad nos revela su propósito para cada uno de nosotros: darse "a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2:14).
La música de este podcast es autoría de Podington Bear.
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