
El seis de octubre de 2024, los empleados de una funeraria llegaron hasta la puerta de láminas oxidadas de una tortillería, en una comunidad rural de Santa Ana, para anunciar la muerte de Víctor Manuel Orellana Funes, un mecánico de obra de banco, de 57 años, que fue capturado por el régimen de excepción por el antecedente de haber sido capturado previamente por resistencia durante una borrachera, en una fecha que su familia no sabe precisar.
Víctor Manuel no tenía tatuajes. Víctor Manuel no tenía antecedentes de delitos que lo vincularan con pandillas y su nombre tampoco aparece relacionado con esos grupos delictivos en ningún documento o informe de inteligencia de la filtración Guacamaya Leaks, que comprende 10 millones de correos electrónicos de la Policía y 250 mil de la Fuerza Armada. Pese a la inexistencia de vínculos con las pandillas, la Policía lo sacó de su casa el 14 de julio de 2022 y lo encarceló como pandillero en el penal de Izalco. Nunca regresó.