Una de las características de grandeza, según los parámetros de este mundo, es la posesión de bienes materiales, y aunque aparentemente no es nuestro objetivo en la vida, llenarnos de riquezas, lo que sí es una realidad, es la necesidad del sustento diario, hay una línea muy delgada entre suplir nuestras necesidades y caer en la ambición y la avaricia.

Es cierto que, ante la necesidad de pagar una deuda, la colegiatura de los hijos, la hipoteca de la casa o la mensualidad del carro, la impotencia, y la desesperación se asoman a nuestra vida, y sabes que en el corazón pueden aparecer también la amargura y la envidia, no te sientas culpable por haberte sentido de esta manera en algún momento, lo más importante es que lo puedas reconocer, para que se lo entregues a el único que puede sanar tu ansiedad y tu corazón herido.