En la noche más oscura de la Segunda Guerra Mundial, el cielo de Europa del Este no solo era surcado por el eco de los bombarderos pesados, sino también por un susurro siniestro. Para las tropas alemanas, este sonido era el presagio de un ataque inesperado, un fantasma que volaba bajo, casi sin ser detectado, antes de liberar su carga mortal. Lo llamaban el susurro de la "escoba de bruja". Y así, el mito y el terror se fusionaron para dar nombre a uno de los regimientos más valientes y letales de la historia: las "Brujas de la Noche".