
En esta segunda parte de esta serie, Henry Clay, nos enseña lo que es un corazón para Dios:
Una entrega total: La verdadera devoción a Dios implica una entrega total de nuestra vida. El bautismo simboliza nuestra muerte al mundo y nuestra resurrección en Cristo, como lo explicó Jesús en Mateo 5:8. Un ejemplo conmovedor de esto es el relato de una joven que, incluso en el día de su boda, fue arrestada por distribuir Biblias y enseñar sobre Jesús. Su respuesta valiente ante la persecución muestra un corazón completamente entregado a Dios.
No tener ídolos: Un corazón para Dios no permite que nada se interponga entre Él y nosotros. Los ídolos pueden ser cualquier cosa que pongamos por encima de Dios en nuestra vida, incluso si no son inherentemente malos. Como ilustra la historia del mono que se aferra al maní, a menudo nos aferramos a cosas que nos impiden disfrutar de la plenitud de la vida en Dios. Los primeros dos mandamientos nos advierten contra la idolatría, y es importante examinar nuestras vidas en busca de cualquier objeto de adoración que pueda estar desplazando a Dios de su lugar central.
Un corazón para Dios implica una entrega total y una devoción exclusiva a Él. Nos desafía a poner a Dios en el primer lugar y a despojarnos de cualquier cosa que pueda convertirse en un ídolo en nuestras vidas. Que las historias de valentía y sacrificio por amor a Dios nos inspiren a vivir con un corazón ardiente y libre de ídolos.