
A veces no recibimos, no porque Dios no quiera darnos... sino porque nos da mied pedir.
Nos acostumbramos a soñar pequeño, a conformarnos con lo que "parece posible”.
Pero este es el momento de creer en grande, de levantar la voz y pedir con fe.
Porque un hijo no teme pedirle a su Padre.
Hoy... atrévete a pedir lo que realmente deseas.