Hay momentos en los que el verdadero liderazgo no se demuestra hablando, sino callando. No porque no tengamos algo para decir, sino porque aprendimos a dejar espacio para que otros lo digan. Cuando llevas años en un rol, conoces cada detalle, cada historia, cada proceso… y sin darte cuenta, te convertís en el que siempre responde, siempre opina, siempre interviene. Pero ahí está el desafío: morderse la lengua. Dejar que el otro piense, pruebe, se equivoque, aprenda. Dar lugar, aunque sepas...
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Hay momentos en los que el verdadero liderazgo no se demuestra hablando, sino callando. No porque no tengamos algo para decir, sino porque aprendimos a dejar espacio para que otros lo digan. Cuando llevas años en un rol, conoces cada detalle, cada historia, cada proceso… y sin darte cuenta, te convertís en el que siempre responde, siempre opina, siempre interviene. Pero ahí está el desafío: morderse la lengua. Dejar que el otro piense, pruebe, se equivoque, aprenda. Dar lugar, aunque sepas...
"No hace falta gritar más fuerte para que te escuchen" Cuando asumí mi primer rol de liderazgo, creía que tenía que “marcar territorio” para que me tomaran en serio. Más dura, más firme, más directa. Y sí… era demasiado. Confundí franqueza con dureza. Hasta que entendí que mi voz se escuchaba igual, incluso más, cuando la usaba con empatía y ternura. En este episodio de El Desembarco del Líder, te cuento: ✨ Por qué la forma en que hablamos puede abrir o cerrar puertas ✨ Cóm...
El Desembarco del Líder
Hay momentos en los que el verdadero liderazgo no se demuestra hablando, sino callando. No porque no tengamos algo para decir, sino porque aprendimos a dejar espacio para que otros lo digan. Cuando llevas años en un rol, conoces cada detalle, cada historia, cada proceso… y sin darte cuenta, te convertís en el que siempre responde, siempre opina, siempre interviene. Pero ahí está el desafío: morderse la lengua. Dejar que el otro piense, pruebe, se equivoque, aprenda. Dar lugar, aunque sepas...
