
Un santo ermitaño que pasea árboles como si fueran animales, y uno de ellos que comete el pecado original contra los pájaros azules a los que debería abrigar. De eso habla El árbol del orgullo, el cuento fabuloso de esta noche, escrito por uno de los maestros de la literatura inglesa: G. K. Chesterton.
"Los hombres del desierto se espantaban viendo a lo lejos el paseo del monje y de su arboleda, como un maestro y sus alumnos. Los árboles tenían esa libertad bajo una estricta disciplina; debían regresar cuando sonara la campana del ermitaño y no imitar de los animales sino el movimiento, no la voracidad ni la destrucción. Pero uno de los árboles oyó una voz que no era la del monje; en la verde penumbra calurosa de una tarde, algo se había posado y le hablaba, algo que tenía la forma de un pájaro y que otra vez, en otra soledad, tuvo la forma de una serpiente."