
En 1997 Felipe González dejó el mando del PSOE, según sus palabras, porque quería centrarse en denunciar la conspiración mediática de la que había sido víctima. Escuchando aquel relato victimista de Felipe González, parecía que su derrota electoral era culpa de unos pérfidos periodistas que se habían confabulado contra él.
Pero González tenía un gran aliado en aquella campaña victimista, el ego de los propios periodistas que estaba señalando.