
En las frías noches de invierno en Japón, aparece Yuki-Onna, un espíritu etéreo que encarna la belleza y el peligro del hielo. Con su piel pálida y su vestido blanco, se dice que atrae a los viajeros perdidos, congelándolos con su aliento helado. Su presencia evoca tanto la fragilidad de la vida como la implacable fuerza de la naturaleza, convirtiéndola en una figura cautivadora y aterradora en el folclore japonés.