
Los seres humanos como los árboles también necesitamos que se nos caigan las hojas para florecer. Situaciones que pensábamos que nos daban estabilidad pero era solo algo a lo que nos aferrábamos y creíamos con fervor que ocultaba el miedo a soltar y abrirse camino a los desconocido. Pero para florecer, cambiar y transformarse, necesita llegar el otoño y el invierno, por qué sin ellos no hay primavera ni verano.
Dejar ir es la mejor forma de dar un paso, el hecho que des un paso no significa que los des sin miedo.