
A lo largo de la historia, el conocimiento ha sido tan poderoso que muchos han querido apagarlo. Reyes, imperios, religiones y gobiernos temieron lo que las palabras podían despertar: pensamiento, rebeldía, libertad. De Egipto a la Alemania nazi, de los códices mayas a las bibliotecas modernas, las llamas han intentado borrar la memoria de la humanidad. Pero las ideas —esas que arden sin consumirse— siempre encuentran una forma de sobrevivir.