
A veces creemos que compartir lo que amamos lo vuelve más significativo. Pero este episodio me enseñó que hay rutas que debemos recorrer en soledad para reconstruirnos desde adentro.
En medio de una relación emocionalmente desgastante, compré mi primera bicicleta sin imaginar que ese acto sería el inicio de un viaje de sanación.
Hoy te cuento cómo el ciclismo se convirtió en mi refugio, cómo la disciplina de madrugar a las 3:40 a.m. me devolvió el amor propio, y cómo entender que no todos están listos para acompañarte también puede ser un acto de liberación.
Te comparto una historia real, honesta, y sobre todo… humana.
Porque a veces el cuerpo avanza, pero es el corazón el que más está luchando.