
El problema no es creer en Dios, sino vivir sin temor de Dios. Esta prédica revela cómo la falta de reverencia llevó a la ruina a un invitado a la boda, a Ananías y Safira, y a Nadab y Abiú. El temor de Dios no es miedo, es reverencia, respeto y obediencia. Descubre cómo se refleja en tu vida: en tu santidad, en la sabiduría de tus decisiones y en la calidad de tu adoración.