
Yo podría darte 101 razones para convencerte de que estudies tu Biblia.
Podría hablarte de sus beneficios, de cómo transforma tu vida, o del gozo profundo que produce en el alma.
Pero, ¿sabes qué?
Nada de eso es lo más importante.
Porque antes que un beneficio… estudiar la Biblia es un deber.
Sí, un deber.
Como cristianos, tenemos la responsabilidad —no opcional, no sentimental, no circunstancial— de conocer, amar y estudiar la Palabra de Dios.
Incluso si la Biblia fuera aburrida, difícil o confusa… aún así tendríamos ese deber.
Gracias a Dios, no lo es.
La Biblia está viva.
Bienvenido a este nuevo episodio.
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