
estás en la cima de una montaña, pero en lugar de disfrutar la vista, estás obsesionado con cuántas fotos subes para que otros te aplaudan. Ese es el ego en acción. No busca poder real, sino validación constante. El ego no te deja crecer; te atrapa en una ilusión. Piensa en cómo nos hace competir sin propósito. Ves el éxito de alguien y, en vez de inspirarte, sientes envidia. “¿Por qué no yo?”, gritas internamente. Holiday dice que el ego transforma la aspiración en rivalidad tóxica. Nos empuja a ganar a cualquier costo, no por mejorar, sino por probar que somos “mejores”.