
En la vida cristiana hay días de fuerza… y días de quiebre. Momentos en los que todo fluye, y otros donde las oraciones parecen no encontrar respuesta. Cuando le preguntaron a Jesús cómo encontrar el camino, Él no señaló una dirección. Él dijo: "Yo soy el camino". Seguir a Cristo es una jornada diaria, no un destino automático. Es abrir su Palabra con reverencia, dejar que Él nos muestre quién es, aun en medio del cansancio, la espera o el silencio.
Y si hoy no sientes fuerza, no importa. Camina igual. Sintiéndote como te sientas… no te detengas.
Porque Él camina contigo.