
Dora Manchado nació en la comunidad tehuelche Camusu Aike, hija de padre tehuelche, José Manchado y de madre mapuche Teka –Josefa-. Cuando era joven, tras fallecer sus padres, emigró del territorio comunitario y trabajó en diferentes estancias y en El Calafate. En la década del ‘60, junto a su marido y su hijo mayor (también fallecidos), se trasladó a Río Gallegos, donde nació su hija y luego sus nueve nietos.
Su vida transcurrió entre dos mundos: Una infancia cargada de legados culturales, pero al mismo tiempo de despojo. A pesar de la Historia, aquella lengua patagona, tehuelche, aonekko o, como ella la llamaba, aukko era todavía recordada por Dora Manchado, fallecida los primeros días del comienzo de 2019. Para los tehuelches, que tan extinguidos figuran en los medios y hasta en libros escolares, ella era un símbolo de su pueblo. Aprendió su aukko allá donde nació, en la "Reserva Camusu Aike" . Cuando todo ese mundo se fue reduciendo, fue dejando de usar esas maneras de hablar. En sus últimos años, en Río Gallegos, Dora usaba el tehuelche sólo para charlar con su hermana, con alguna amiga, hasta que ya no tuvo con quién.
Afortunadamente, conoció al antropólogo Javier Domingo, quien la convenció para realizar documentales que permitieran rescatar el Tehuelche. Gracias a sus legados, hoy nuevamente hay niñas, niños y adolescentes aprendiendo a hablar esta lengua originaria.