
Abrazar la incomodidad, la tristeza, tus sentimientos y emociones es vital para aprehender a escucharlos y poder convertirlos en maestros para nosotros.
Siéntate con ellos, míralos, abrázalos, tómate un café con ellos y platica con ellos.
Vivir lo que sentimos sin reprimirnos para poder sanar y continuar.
Permitirnos fluir para ir más livianos, sin enfermarnos y creciendo constantemente.