Ana regresa de Madrid después de 15 años para ponerse al servicio de su amiga, Pamela, que está enferma de cáncer, y su ahijada Eugenia. Volver a su ciudad natal le hace recordar, inevitablemente, su pasado. Cada recuerdo le trae a su memoria un amor frustrado que tiene de protagonista a Tomás, ese ser de ensueño que adora como a un dios. A partir de su retorno, Ana reconoce en ella ocho marcas en su personalidad: todas tienen el sello de él. Tomás siempre fue su objeto de deseo. Bello, poderoso y misterioso, como una estrella de rock, con los ojos del mismísimo Chris Cornell y esa misma actitud oscura que Ana amó sin demasiadas reflexiones. Amó y padeció. Es por eso que lo culpa de su incapacidad de relacionarse con otros hombres a lo largo de su vida. ¿Es culpable Tomás de las heridas de Ana? Una noche de invierno, a poco tiempo de llegar desde España, Ana se encuentra con el padre de Vicky, la amiga de Eugenia. A partir de este suceso inesperado, una nueva historia comenzará en la vida de Ana. ¿Comenzará un nuevo amor para ella? ¿Podrá dejar atrás las marcas de su pasado? En este recomienzo, Ana iniciará una relación con Eugenia que le hará, no solo reeditar su propia historia, si no que le cambiará muchos preconceptos que arrastraba desde de su adolescencia. Ella se enfrentará a muchas preguntas de su pasado y se verá de frente con tantas situaciones que creía olvidadas desde que dejó el país. Deberá reiniciarse como amiga, como hija y como mujer, y ubicarse frente a tópicos como la maternidad, la enfermedad, y la muerte… Ana se encontrará en un momento crucial en su vida. Y una pregunta que resuena en ella desde que comenzó a amar, le da vueltas nuevamente: ¿Existe el amor para toda la vida?