
Somos personas; somos débiles. Preferimos aquello que nos perjudica sobre lo que nos beneficia. Pero, ¿sabes qué me reconforta? Que siempre tenemos el poder de elegir a dónde queremos llegar, y las limitaciones siempre estarán en nuestra mente. Este no es un episodio donde te aconsejo, porque ni yo puedo hacerlo conmigo mismo, pero es un episodio para entender que todos pasamos por momentos en los que no queremos seguir o sentimos que no somos suficientes. Aquí es donde entra Dios, y perdóname que lo mencione si no crees en él, pero en mi caso ha sido y seguirá siendo vital para levantarme de estos momentos. Solo Él tiene la fuerza que me falta para seguir. Porque sé que no soy perfecto, aunque a veces intento serlo; sé que soy frágil, aunque a veces parezco duro; sé que soy persona, aunque a veces mi ego me engaña. Reconozcamos nuestros errores, pero busquemos la fortaleza que necesitamos para seguir adelante. Yo la encuentro en Dios, porque nunca me juzga ni me castiga, aunque lo merezca. ¿Y tú? ¿Dónde encuentras tu fuerza?